martes, 9 de abril de 2024

UNIVERSO ESPEJO

 

Un cuento de Italo Calvino (1923-1985) sobre el universo y la armonía interior. El nombre del personaje hace referencia a un famoso observatorio astronómico ubicado en Estados Unidos. Este relato forma parte de una serie en la que el protagonista observa y medita sobre las grandes cuestiones humanas, el libro lleva por título “Palomar” y se publicó en 1983 poco antes del fallecimiento del autor de “El barón rampante”, el relato que más fama le aportó. 

 


"Al señor Palomar le hace padecer mucho su dificultad de relacionarse con el prójimo. Envidia a las personas que tienen el don de encontrar siempre la cosa justa que decir, el modo justo de dirigirse a cada uno; que se sienten cómodas con quien quiera y que ponen cómodos a los demás; que moviéndose con ligereza entre las gentes perciben en seguida cuando deben defenderse y tomar sus distancias y cuando suscitar simpatía y confianza; que dan lo mejor de sí en la relación con los demás e incitan a los demás a dar lo mejor de sí; que saben de inmediato como valorar una persona en relación con ellos y en términos absolutos.

"Estas dotes –piensa el señor Palomar con la nostalgia de quien no las tiene- son concedidas a quienes viven en armonía con el mundo. Para ellos es natural establecer un acuerdo no solo con las personas sino también con las cosas, con los lugares, las situaciones, las ocasiones, con el deslizarse de las constelaciones en el firmamento, con el aglutinarse de los átomos en las moléculas. Ese alud de acontecimientos simultáneos que llamamos universo no arrolla al afortunado que sabe escurrirse por los mas minúsculos intersticios entre las infinitas permutaciones, combinaciones y cadenas de consecuencias, evitando las trayectorias de los meteoritos asesinos e interceptando al vuelo solo los rayos benéficos. Al amigo del universo el universo le es amigo. ¡Ojala –suspira Palomar- pudiera yo también ser así!

"Decide tratar de imitarlos. Todos sus esfuerzos de ahora en adelante tenderán  a lograr una armonía tanto con el género humano próximo a él como con la espiral más lejana del sistema de las galaxias. Para comenzar, dado que con su prójimo tiene demasiados problemas, Palomar tratará de mejorar sus relaciones con el universo. Aleja y reduce al mínimo la frecuentación de sus semejantes; se habitúa a hacer el vacio en su mente, expulsando de ella todas las presencias indiscretas; observa el cielo en las noches estrelladas; lee libros de astronomía; se familiariza con la idea de los espacios siderales hasta convertirla en un enser permanente de su amoblamiento mental. Después trata de conseguir que sus pensamientos tengan presentes contemporáneamente las cosas más cercanas y las más alejadas: cuando enciende la pipa, la atención a la llama del fosforo que la próxima vez debería dejarse aspirar hasta el fondo del hornillo iniciando la lenta transformación en brasas de las hebras del tabaco, no debe hacerle olvidar ni un instante la explosión de una supernova que se está produciendo en la Gran Nube de Magallanes en este mismo momento, es decir, hace unos millones de años. La idea de que todo en el universo se vincula y se responde no lo abandona nunca: una variación de luminosidad en la Nebulosa del Cangrejo o el adensarse de una aglomeración globular en Andrómeda no pueden dejar de tener alguna influencia en el funcionamiento de su tocadiscos o en la frescura de las hojas de berro en su plato de ensalada.

"Cuando está convencido de haber delimitado exactamente su propio lugar en medio de la muda extensión de las cosas que flotan en el vacío, entre el polvillo de acontecimientos reales o posibles que flota en el espacio y en el tiempo, Palomar decide que ha llegado el momento de aplicar esa sabiduría cósmica a la relación con sus semejantes. Se apresura a volver a la sociedad,  reanuda conocimientos, amistades, relaciones de negocios, somete a un atento examen de conciencia sus relaciones y sus afectos. Espera que se le extienda delante un paisaje humano finalmente neto, claro, sin niebla, en el que pueda moverse con gestos precisos y seguros. ¿Es así? Nada de eso. Comienza a enredarse en un embrollo de malentendidos, vacilaciones, compromisos, actos fallidos; las cuestiones más fútiles se vuelven angustiosas, las más graves se achatan; cada cosa que dice resulta desmañada, fuera de lugar, indecisa. ¿Qué es lo que no funciona?

"Esto: contemplando los astros se ha acostumbrado a considerarse un punto anónimo e incorpóreo, casi a olvidar que existe; para tratar ahora con los seres humanos no puede menos que ponerse en juego a si mismo, y ya no sabe dónde está su yo. Frente a cada persona uno debería saber cómo situarse con relación a ella, estar seguro de las reacciones que le inspira la presencia del otro –aversión o atracción, ascendiente inmediato o impuesto, curiosidad o desconfianza o indiferencia, dominio o sometimiento, discipularidad o magisterio, espectáculo como actor o como espectador- y a partir de éstas y de las cortrareacciones del otro, establecer las reglas del juego que se aplicarán en la partida, decidir las movidas y las contramovidas. Por todo ello, antes de empezar a observar a los otros uno debería saber bien quién es. El conocimiento del prójimo tiene esto de especial: pasa necesariamente por el conocimiento de uno mismo; y eso es exactamente lo que le falta a Palomar. No solo se necesita conocimiento sino comprensión, acuerdo con los propios fines y medios y pulsiones, lo cual quiere decir posibilidad de ejercitar un dominio sobre las propias inclinaciones y acciones, controlarlas y dirigirlas para no coartarlas ni sofocarlas. Las personas cuya justeza y naturalidad en cada palabra y cada gesto admira están, antes aun que en paz con el universo, en paz consigo mismas. Palomar, que no se ama, siempre se las ha arreglado para no encontrarse consigo mismo cara a cara; por eso ha preferido refugiarse entre las galaxias; ahora entiende que debería empezar por encontrar la paz interior. El universo tal vez pueda seguir tranquilo con sus cosas; él ciertamente no.

"El camino que le queda es éste: se dedicará de ahora en adelante más al conocimiento de sí mismo, explorará la propia geografía interior, trazará el diagrama de los movimientos de su ánimo, obtendrá sus formulas y sus teoremas, apuntara su telescopio a las orbitas trazadas por el curso de su vida y no a las orbitas de las constelaciones.”No podemos conocer nada exterior a nosotros pasando por encima de nosotros mismos –piensa ahora-, el universo es el espejo donde podemos contemplar solo lo que hayamos aprendido a conocer en nosotros”.

"Y he aquí que esta nueva fase de su itinerario en busca de la sabiduría se cumple. Finalmente podrá tener la mirada dentro de sí.  ¿Qué verá? ¿Se le aparecerá su mundo interior como el calmo, inmenso girar de una espiral luminosa? ¿Verá navegar en silencio estrellas y planetas en las parábolas y las elipses que determinan el carácter y el destino? ¿Contemplará una esfera de circunferencia infinita que tiene el yo por centro y el centro en cada punto?

"Abre los ojos: lo que se presenta a su mirada le parece haberlo visto ya todos los días: calles llenas de entes que tienen prisa y se abren paso a codazos, sin mirarse a la cara, entre paredes hostiles y descascaradas. En el fondo, en el cielo estrellado brillan fulgores intermitentes como un mecanismo trabado que se sacude y chirría en todos sus goznes no aceitados, vanguardia de un universo tambaleante, retorcido, sin quietud, como él." 

                                                           

viernes, 29 de marzo de 2024

SÍ MISMO COMO OTRO



Somos personas

En su filosofía del Soi-même comme un autre (1990) Paul Ricoeur (PR) pretende evitar tanto la exaltación del sujeto que son propias de la tradición cartesiana y del idealismo subjetivista, como su cosificación o diseminación deshumanizadora o nihilista. Es precido reconocer un sujeto responsable, agente moral de la acción personal, y es preciso también admitir un personaje narrativo (autobiográfico o capaz de novelar su vida, como diría Ortega). 

El Sí-mismo, reflexivo personal, no es para PR lo mismo que el Yo. E filósofo distingue entre la identidad como mismidad (idem) y la identidad como ipseidad (ipse) esta última involucra íntimamente la alteridad, a los próximos, los prójimos, los otros, él, ella, cualquiera. "La atribución a otro es tan primitiva como la atribución a sí mismo" y hasta cuando hablo de mis pensamientos los atribuyo potencialmente a otro distinto de mí. 

El Sí-mismo describe, narra y prescribe. A la pregunta por el quién somos (muy distinta de la pregunta por el qué somos que atiende la ciencia natural) cabe responder desde un nivel lingüístico, práxico, narrativo y prescriptivo. Somos cuerpos, pero también dirigimos cuerpos, los regalamos con placeres y chuches, o los castigamos con dietas y ejercicios...

Para acercarnos al Sí-mismo hemos de tener en cuenta los "operadores de individualización", los nombres propios, las descripciones definidas ("el Manco de Lepanto"), los deícticos... Las personas poseen cuerpos y son cuerpos, todo a la vez,  pues somos unidades psicofísicas. Las personas somos particulares de base dotadas tanto de predicados físicos como de predicados psíquicos. 

Siguiendo a P. F. Strawson, "particulares de base" son los cuerpos físicos y las personas que nosotros somos; nada se puede identificar sin remitir en última instancia a uno o a otro de estos dos tipos de particulares. De este modo, el concepto de persona, como el de cuerpo físico, sería un concepto primitivo en la medida en que no podríamos remontarnos más allá de él sin presuponerlo en el argumento que pretendiese derivarlo de otra cosa. En cualquier caso, la persona no es una conciencia pura, cartesiana, a la que se añadiría luego un cuerpo. La posesión del cuerpo plantea el enigma de una propiedad no transferible. Es mío.

Los primeros particulares de base son los cuerpos, pero la persona es un particular de base muy peculiar porque es el único referente dotado de dos clases de predicados: físicos y psíquicos. No es lo mismo pesar setenta kilos que pensar en lo que haré mañana. El cuerpo puede ser escamoteado a la vista de los demás, pero está siempre localizable en unas coordenadas espacio-temporales; si bien los acontecimientos mentales discurren en el tiempo, son entidades privadas mientras no ensayamos su expresión verbal o su comunicación gestual. Los predicados mentales y la conciencia no se expresan sólo por los pronombres de primera y segunda persona, sino que también se atribuyen a alguien, un tercero que no es uno de los interlocutores.

En cuanto a los nombres propios, que escribimos enfáticamente con mayúsculas, singularizan una entidad no repetible y no divisible. Dice PR que individualizan a una persona "sin caracterizarla, sin significarla en el plano predicativo" ni dar de ella ninguna información; esto no es del todo cierto en el caso de los alias, los apodos, los motes... Recuerdo a este respecto la anécdota (presentada como chiste) de aquel que llamó a otro "Ramón Juan": "- ¡Eh, Ramón Juan!" "- No me llamo Ramón Juan, sino Juan Ramón". "- Pérdoname, no lo olvidaré, no volveré a llamarte Ramón Juan". "- ¡El mal ya está hecho! -respondió dolido Juan Ramón.

Y es que el privilegio de los nombres propios asignados a humanos se debe a su papel ulterior de confirmación de su identidad y de la ipseidad de éstos. El objetivo del nombre propio es designar siempre a un individuo con exclusión de todos los demás, es decir, a la persona como referencia identificante. Sígase de aquí el papel despersonalizador que tiene la estúpida moda de escribir los nombres propios con minúscula...

El carácter insólito que se vincula a la noción primitiva de persona, o que hace que la noción de persona sea primitiva, consiste en que la persona es "la misma cosa" a la que se atribuyen dos clases de predicados: los físicos que la persona tiene en común con los cuerpos, y los psíquicos que la distinguen de los cuerpos. Como predicados de la persona, los acontecimientos mentales tienen la particularidad de conservar el mismo sentido tanto si son atribuidos a sí mismo como si lo son a otros distintos, es decir a cualquier otro (anyone else). Esta adscripción doble a alguno (someone) y a cualquier otro es lo que permite formar el concepto de espíritu (mind), es decir, el repertorio de los predicados psíquicos atribuibles a cada uno. Los estados mentales son siempre los de alguien; pero ese alguien puede ser yo, tú, él, cualquiera... El otro es un ser capaz de adscripción a sí mismo. Lo psíquico es asignable a cada uno.

En su libro, PR resume la teoría de los actos de habla de Searle, pero insiste en que no son los enunciados los que refieren, sino los hablantes los que hacen referencia; tampoco son los enunciados los que tienen sentido y significan, sino que son los locutores los que quieren decir esto o aquello. La noción de "fuerza ilocutiva" permite reconocer la implicación de un sujeto en el hacer del decir. Por otra parte, no hay ilocución sin alocución, sin un alocutor, interlocutor o destinatario del lenguaje... También recoge PR la teoría de H. Paul Grice según la cual toda enunciación cosiste en una intención de significar que implica en su objetivo la esperanza de que el interlocutor se proponga, por su parte, reconocer la intención primera por lo que ella quiere ser. La interlocución es pues un intercambio de intencionalidades.

La dialéctica IDEM / IPSE

Es la que se da entre la mismidad (Idem) y la ipseidad (Ipse) en cada uno de nosotros. La mismidad representa el carácter desde el cual es posible comprometerse con la palabra dada y prometer, porque expresa la continuidad de lo que somos en el tiempo, el qué del quién. Conecta a través de la identidad narrativa con la instancia Ipse que toma la iniciativa de adquirir nuevas costumbres. De ningún modo sería legítimo reducir la ipseidad a mismidad, su análogo sería la reducción de lo que soy a mi cerebro, esa "interioridad no vivida".

Ética del juicio en situación

En lo moral, PR intenta salvar el abismo abierto por Hume entre ser y deber ser, es decir, entre descripción y prescripción. La ipseidad busca y halla también una mediación entre el teleologismo eudemonista de Aristóteles que aspira al bien vivir y la deontología kantiana que sublima la norma como respeto de sí y de la humanidad universal. La elección preferencial (proháiresis aristotélica) es lo que hace que la acción humana sea susceptible de alabanza o reprobación. No hay ningún sí-mismo sin otro que lo convoque a la responsabilidad. De ahí la solicitud como necesidad de amigos. El sí-mismo que uno ama es lo mejor de sí (noûs) y la amistad media entre la estima de sí y la justicia. Por eso la interpreta PR, no como un mero afecto, sino como una excelencia moral, siguiendo al Estagirita.

La perspectiva ética es "aspirar a la verdadera vida con yo para el otro en instituciones justas". La clave es el respeto, es decir, "la marca de la razón en el sentimiento" y "el juicio moral en situación". Conviene tener presente que palabras como "igualdad", "solidaridad", "progreso", "libertad"... tienen una carga emocional superior a su contenido semántico por lo que resultan útiles para la propaganda y la manipulación demagógica.

Es indudable la confrontación trágica entre los principios morales y la complejidad de la vida, que PR interpreta como dialéctica entre Ética y Moralidad y que aspira a resolver en el "juicio moral en situación", juicio este que supere la trágica antinomia entre Antígona y Creonte, entre el respeto dogmático a la ley y el respeto religioso a las personas, entre las reglas y la solicitud. 

Para PR el verdadero demócrata -que escasea, a pesar de que la mayoría se tenga por tal- confiesa la indeterminación última sobre los fundamentos del poder, la ley y el saber. PR valora la importancia de la tradición judía, grecorromana y cristiana, pasadas por el filtro de la Ilustración para una civilidad favorable a la tolerancia y el pluralismo.

Más sobre Paul Ricoeur

Para Un análisis más profundo de Sí mismo como otro (Siglo XXI, 1996), publicado en el Boletín Millares Carló (nº 26, 2007): "Herméutica del sí mismo en cuanto otro"

"Las paradojas del mal. Intepretación de Ricoeur" en este mismo blog. https://esprituycuerpo.blogspot.com/2018/09/paradojas-del-mal-interpretacion-de.html


lunes, 26 de febrero de 2024

EXTRAÑOS BUCLES ANIMADOS

 

Puede ser arte



Hijo de un premio Nobel ("de casta le viene al galgo"), Douglas Hofstadter es un científico que saltó a la escena internacional con su obra Gödel, Escher, Bach. Un eterno y grácil bucle (1979, premio Pulitzer). En Yo soy un extraño bucle explora el complejo concepto del Yo (alma, identidad personal), es decir, el misterioso secreto de nuestra consciencia, desde un punto de vista científico, o sea, desde el "saber probado". Desde un bagaje multidisciplinar, ambiciona investigar cómo es posible que lo que la tradición llama "alma" pueda surgir de la materia inerte. El hecho es que desde la sopa de partículas, ascendemos a una selva de neuronas y glías, y desde ellas, a una red de abstracciones y símbolos por medio del lenguaje. El más complejo y trascendental de los símbolos es el Yo, que los anglosajones, tan individualistas ellos, escriben siempre con mayúscula: I, y que Hofstadter piensa como un extraño bucle de realimentación y autorreferencia, capaz de tomar las riendas sobre el cuerpo y ejercer una causalidad espontánea sobre el mundo, a la que llamamos impropiamente "libre albedrío", noción esta que Hofstadter, al final de su libro, rechaza, al suponer que el movimiento de la carne ("no es la carne, es su movimiento", la danza de los síbolos dentro del cráneo) está siempre motivado por un conjunto de deseos, siendo así que nuestro comportamiento depende y está determinado por el deseo más fuerte, es decir, Hofstadter afirma que nuestro arbitrio no es libre.

martes, 16 de enero de 2024

EL CONECTOR C DE KRIEGER

 

Juan Alberto Krieger paleando en un kayak 430

 Conservo algunos “emilios” que crucé en los años 98 y 99 con el físico y filósofo argentino Jorge Alberto Krieger Larraburu (1952-2015), en una lista (Symploké) propiciada por la facultad de Filosofía de la universidad de Oviedo, bajo la égida de Gustavo Bueno. Yo ponía objeciones a su idea de un Observador global del universo y discutía el principio antrópico de Hawking, asociándolo al relativismo de Protágoras (homo mensura) y al esse est percipi de Berkeley. He de reconocer que cuando en 2014 me envió su ensayo Ninguna serpiente puede tragarse a sí misma recordaba nuestras discusiones muy vagamente, ¡es tan frágil la memoria humana! Internet ha conseguido que desaparezca el Atlántico y que sea posible una comunicación casi instantánea entre los hispanohablantes de sus dos riberas, pero ninguna comunicación “virtual” puede sustituir la viva presencia real. No perdía yo la esperanza de conocer a Krieger personalmente, en persona y en figura. ¡No pudo ser!

jueves, 22 de junio de 2023

FILOSOFÍA DEL ARTE Y ESTÉTICA ORSIANA

 

A Antonio César Fernández, excelente profesor de Historia del Arte, 
misionero salesiano asesinado en Burkina Faso el 15 de febrero de 2019. 


EL NACIMIENTO DE LA ESTÉTICA

La Filosofía del Arte fue un invento del siglo XVIII, una ocurrencia ilustrada. Nació como estudio y reflexión sobre las "bellas artes", queriendo abarcar más que los preceptos técnicos (perspectiva, cromatismo, etc.). Los autores del Siglo de las Luces rendían tributo a los debates del siglo anterior: la famosa "querelle des anciens et des modernes", que comparaba la calidad y el estilo de modernos y clásicos.

lunes, 3 de abril de 2023

FÍSICA Y MÍSTICA

 

Síntesis personal de las páginas más interesantes de L. Racionero, Filosofías del Underground (1977):

La cosmología que emerge de la física moderna tiene características compartidas con las tradiciones filosóficas y místicas de Oriente.

En primer lugar la unidad, los constituyentes de la materia y los fenómenos básicos están todos interconectados, son interdependientes. Son partes de un todo y no se pueden entender tomados cada uno por su lado.

martes, 28 de marzo de 2023

ANTIEVOLUCIONISMO

 

El libro es de 1981 y puede que sus tesis estén sobrepasadas 40 años más tarde. Me sirve porque el aspecto que me parece actual es el antimaterialismo. Damos por hecho la teoría evolutiva basada en Darwin, en el mutacionanismo y en el neodarwinismo tal como la explicamos en la asignatura de filosofía. Pero que la naturaleza viva que en primavera despliega todo su esplendor sea producto de mutaciones al azar me resulta profundamente insatisfactorio intelectualmente hablando y un sinsentido completo.

Arthur Koestler, antes de suicidarse en 1983, dejó en Jano un intento serio de alternativa al holocausto atómico y al materialismo de nuestra época.

La emprende con el conductismo de Skinner y con el darwinismo. Me centraré en su crítica a esta última teoría en el capítulo  La evolución creadora.